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  • Foto del escritorAna María de la Iglesia

706 años: la historia de un monasterio a través de sus mujeres

Hoy os dejamos un artículo que queremos que sea más que eso, queremos que sea un agradecimiento a nuestro bello rinconcito por sus 706 años de historia, porque gracias a él y en especial sus mujeres, desde su fundadora, sus reinas, monjas, nobles, etc., hoy en día estamos aquí.
Estos 706 años de historia comenzaron cuando una dama noble, Teresa Gil, dispone en su testamento la fundación del Monasterio que tenía que ser de freyras predicadoras y cuya advocación sería de San Salvador, encargándose de llevar a cabo las obras la Reina y Señora de Toro, María de Molina. Ésta, siendo regente de su nieto Alfonso XI, se encarga de levantar el Monasterio, colocando la primera junto con el Canciller Mayor de León el 27 de agosto de 1316. Las obras avanzaron con rapidez, ya que en 1345, tanto el coro como la iglesia estaban acabadas.
Sepulcro de Teresa Gil
No sólo este bello rincón de Toro ha tenido la presencia de la Reina María de Molina, sino que entre sus muros vivieron y reposan los restos de reinas y damas nobles, entre las que vamos a destacar, sobre todo a nuestra querida Reina Beatriz de Portugal, más conocida como la Reina que lloró la Batalla de Aljubarrota (1385) que, quedando viuda con apenas 18 años, se retiró tras los muros de este Monasterio conservando aún su jurisdicción en tierras de Toro, Tordesillas, Cuéllar, Peñafiel, Medina del Campo y Olmedo, entre otros. Tras pasar en el monasterio unos 20 años, falleció hacia 1420 siendo enterrada en el coro de este monasterio en un magnífico sepulcro de alabastro policromado que a pesar de las desavenencias del tiempo, hoy en día podemos disfrutar.
Sepulcro Beatriz de Portugal
Otra de las mujeres ilustres fue Leonor Sánchez de Castilla, primera priora de este monasterio. Siendo nieta de Alfonso XI, contrajo matrimonio con Sancho de Rojas que fue asesinado por Fadrique de Castilla, hijo ilegítimo de Enrique II de Castilla. Al quedar viuda estuvo comprometida con el asesino de su esposo, pero el matrimonio no llegó a celebrarse, ya que Fadrique fue detenido y Leonor decidió ingresar en el Convento de Sancti Spiritus de Benavente (hoy en día desaparecido), para posteriormente trasladarse a este Monasterio de Toro al que cambió de advocación pasando a llamarse de Sancti Spiritus.
También queremos hacer especial mención a Doña Aldonza de Castilla, señora de la Mota, que tras quedarse viuda de su esposo, Rodrigo de Ulloa (Contador Mayor de los Reyes Católicos), se trasladó al convento hacia 1494. Su decisión de retirarse a las dominicas tras quedarse viuda no es de extrañar, ya que su marido fue leal a los Reyes Católicos en la Batalla de Toro (1476) y éstos premiaron su fidelidad entregándoles a doña Aldonza y a don Rodrigo el patronazgo del monasterio dominico de San Ildefonso de Toro. Cuando doña Aldonza se retiró al Sancti Spiritus, hizo construir unas dependencias para ella sola en lo que hoy en día se conoce como “la sacristía” de la iglesia.
Hacia 1513, la familia Ulloa, García Alonso de Ulloa y su mujer Guiomar de Sarabia, funda una capellanía perpetua en el monasterio que tras su muerte, pasó a sus tres hijas profesas en este monasterio, Sor María, Sor Brianda y sor Juana de Ulloa. Gracias a ellos y a sus donaciones, podemos disfrutar del magnífico retablo Churrigueresco que alberga la iglesia.
No hay que olvidar que en este monasterio residió durante, al menos dos años, Juana de Austria, hija del emperador Carlos V. Se vino a vivir a Toro en 1550 y el 11 de enero de 1552, por poderes concedidos por Felipe II, se casó en el Palacio de los Marqueses de Alcañices de Toro con el Príncipe Don Juan Manuel de Portugal, aunque su matrimonio tuvo una duración muy corta, ya que el príncipe murió prematuramente por una enfermedad. Llegaron a tener un hijo, Sebastián I de Portugal, que murió en la Batalla de Alcazarquivir (1578). Tras diversos problemas sucesorios a la muerte de Sebastián I, Felipe II se proclamó Rey de Portugal y Juana de Austria se retiró a Madrid fundado el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.
Entre las leyendas que alberga el monasterio, tenemos que destacar dos:
La primera de ellas es la de la Venerable María de Acuña, perteneciente a una de las familias nobiliarias portuguesas que se asentaron en Toro con Beatriz de Portugal. Vivió en este monasterio hasta que, en 1565, fue nombrada priora del desaparecido monasterio de San Felipe de la Penitencia de Valladolid y aunque su corazón quería seguir en Toro, no le quedó más remedio que aceptar su cargo. Cuando sólo llevaba en Valladolid tres años, Dios la llamó a su lado. Su deseo y promesa era ser enterrada en el Monasterio Sancti Spiritus de Toro, por lo que su cuerpo fue trasladado a este monasterio en 1568. Las monjas del Sancti Spiritus al ver lo que había ocurrido, escoltaron el féretro hasta su sepultura y al abrirlo la fallecida se incorporó e inclinó la cabeza ante su priora.
La segunda nos cuenta la historia de “Un conde muy celoso”: Jerónimo de Tordesillas era el conde de Alcolea en época de Felipe V, que tuvo por esposa a María Manuela Zapata y Barona, pariente del obispo de Zamora Francisco Zapata. El matrimonio no era muy feliz y un día el conde vio salir al esclavo de la habitación de su mujer con un anillo. Entrando en cólera el conde apuñaló a su mujer dándola por muerta, aunque no fue así, ya que la mujer sanó de sus heridas, pidió el divorcio y la licencia que le permitía profesar como monja en el Monasterio Sancti Spiritus de Toro, ingresando en éste en 1711. Sin embargo, al conde no le pareció bien, por lo que un día llamó a las puertas del monasterio haciéndose pasar por un peregrino que venía de Tierra Santa. Una de las hermanas lo reconoció y presurosa cerró la puerta. El conde, indignado, clavó el puñal en la puerta del monasterio, pero las monjas ya habían cerrado la puerta y apartado a María Manuela.
En este breve recorrido histórico hemos destacado algunas de las mujeres ilustres que habitaron el Monasterio Sancti Spiritus durante diferentes épocas, observando la convivencia entre la comunidad monástica como las damas nobles. Con total seguridad nos hemos dejado atrás muchas mujeres nobles y no tan nobles que hicieron tanto y más por el monasterio como las arriba nombradas. Sin embargo tampoco queremos olvidarnos de ellas y agradecerles todo lo que han hecho durante estos siete siglos de historia por conservar el monasterio para que hoy en día nosotros podamos disfrutarlo. Además, queremos que sirva como un reconocimiento a todas aquellas mujeres que habitaron el Monasterio, ya fueran profesas o nobles, ellas fueron parte de la historia de Toro y del Monasterio, por lo que gracias a todas ellas, hoy en día podemos disfrutar de este bello rinconcito que cumple 706 de su construcción.
Gracias por tanto.
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