Toro, ciudad de Reyes y de Leyes, se encuentra situada en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, en la provincia de Zamora y a unos 20 minutos de Zamora capital.
Su historia se remonta a época vaccea y actualmente uno de los vestigios más antiguos y mejor conservados que atesora la ciudad es el verraco celtibérico.
Toro, en el siglo XIV, era una ciudad que tenía un gran desarrollo comercial y artesano, por lo que tuvo un gran impulso económico que fue respaldado por la corona. Este auge económico se hizo notar, sobre todo, en la estructura urbana de la ciudad, en la que se construyeron numerosos monasterios, conventos, hospitales, palacios, etc.
Una de las más destacadas construcciones que se llevaron a cabo en este momento fue la del Monasterio Sancti Spiritus el Real, fundado por Doña Teresa Gil, mujer noble portuguesa, afincada en Valladolid (por eso una calle de esta ciudad lleva su nombre).
Pero, ¿quién fue Teresa Gil? Su figura está muy difusa en la historia, sobre todo porque hay mujeres contemporáneas a ella que comparten nombre y apellidos. El problema viene porque en su testamento no hizo ninguna referencia a sus orígenes. Sin embargo, diferentes historiadores aportan datos sobre ella, como José Castro Lorenzo, quien cree que era la menor de los cuatro hijos que tuvo Gil Martín y María Anes de Maia.
El testamento de Teresa Gil fue otorgado en Valladolid en 1307, fecha que se toma como referencia de la fundación del monasterio. En 1314, Alfonso XI (1311-1350), bajo la autoría de su abuela, la Reina y Señora de Toro, María de Molina (1264-1321), otorga licencia para construir el monasterio, pero surgen problemas, ya que se quiere construir el monasterio en tierras de los judíos (recordemos que el barrio judío o comenzaba detrás del ayuntamiento, donde hoy en día se encuentra la calle Perezal y la calle Judería, llegando hasta el lugar en el que está construido el monasterio). Para resolver este problema, la Reina tasó las tierras para que pudieran ser adquiridas, de tal manera que las obras empezaron el 28 de agosto de 1316. Durante la duración de las obras, el cuerpo de Teresa reposó en el Monasterio de Santo Domingo de Zamora y en 1345 se trasladó al monasterio, ya que ella misma en su testamento especificó: “[…] mando enterrar mio cuerpo en el monasterio que yo mando construir en este testamento; en el coro de las dueñas para que les venga en mente rogar a Dios por mí.” En su testamento, Teresa Gil, también pidió que “este monasterio sobredicho que yo, Teresa Gil, mando facer, quiero y tengo por bien que se llame San Salvador”. Sin embargo, posteriormente, María de Molina cambió su advocación a la de Sancti Spiritus, tal y como lo conocemos hoy en día. Además, Teresa Gil, dejó como heredero al monasterio, que fue protegido por los reyes sucesores de Sancho IV, incluso por lo Reyes Católicos.
En referencia a su sepultura, ésta se encuentra en el coro de la iglesia del monasterio. Está realizada en piedra y decorada con restos de policromía que apenas se conservan. La parte superior de la sepultura está rodeada por el escudo heráldico materno de Teresa Gil y bajo este hay una inscripción que nos dice: “AQI : IAÇ : DONA : TERESA : GIL : Q MANDO: FAÇER : ESTE : MONESTERIO : POR : DIOS : E POR : SU / ALMA : Q FINO : QTRO : DIAS : DE : OCTUBRIO : ERA : DE: MIL: E : CCC : E QRENTA : /// TO: ANNOS”.
Todo esto lo podemos conocer gracias a la restauración que se llevó a cabo en el año 2001. En la que además de su restauración, se decidió abrir la sepultura encontrando en su interior el cuerpo momificado de manera natural de Teresa Gil junto a todo su ajuar del siglo XIV, que a pesar de las profanaciones que se llevaron a cabo en el siglo XIX, no sólo por tropas napoleónicas, sino también por españoles durante la Revolución de 1868 “La Gloriosa”, se conservaba de manera intacta. Sin embargo, a pesar de que sus joyas ya no están, se conservan todas sus vestimentas y hoy en día podemos disfrutar de ellas durante las visitas guiadas.
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